Carta desde México para mis colegas del Colectivo “El
Derecho Hallado en la Calle”
Por: Shyrley Tatiana Peña Aymara[1]
Sin duda, uno de
los ejercicios más sublimes y poderosos de avanzar con mi escritura académica
tiene que ver con el envío de estas Cartas a mis queridos y queridas colegas
del Colectivo y Grupo de Investigación “El Derecho Hallado en la Calle”, el
cual nació a fines de los años de 1980 en la Universidad de Brasilia (UnB),
cuna del pensamiento crítico y de la teoría crítica del derecho desde América
Latina. Desde el 2021 hago parte de este grupo como investigadora y doctoranda
a lado de mi asesor, el gran Amauta (maestro), José Geraldo de Sousa Junior, quien
además, fue rector de esta casa de estudios donde vengo cursando el último año
de mis estudios del PhD en Derechos Humanos y Ciudadanía en el Centro de
Estudios Avanzados Multidisciplinares (CEAM). Redacto esta carta en tres
idiomas: el quechua con el que siento (allin
munay), el portugués con el que
pienso y el español con el que escribo. ¡Alerta! que estarei mudando de língua enquanto vou me inspirando… en estos seis Actos. Jaylli!
Decirte, profesor, que tenho muitas saudades do senhor e das
aulas como estagiária docente na UnB e saudades também das trocas acadêmicas
senti-pensantes. Agradeço desde já pela linda acolhida em Brasília e por ser a
pessoa que guiou e me projetou nessa pesquisa de campo única, original e
co-razonante. Muchas gracias por darme la libertad de expandir mis
horizontes, reflexiones y contribuir con mi autonomía como investigadora. Ahora
me siento mucho más empoderada y segura que esta tesis de doctorado es
resultado de los pasos que damos y de los caminos en los que andamos.
Acto 1: Introducción al tema de tesis doctoral
El 2017 me enamoré,
epistemológicamente, de las rondas campesinas del Perú y de las rondas
comunitarias de México al escogerlas como mi tema de investigación para
trabajar en una futura tesis doctoral. Hasta ese año, aún no sabía si
continuaría estudiando en Brasil, país en el que realicé mis estudios de la
licenciatura en Relaciones Internacionales e Integración y mi maestría en
Integración Contemporánea en América Latina en la Universidad Federal de
Integración Latinoamericana (UNILA), mi querida y añorada UNILA; o, si mi
siguiente paso sería estudiar en México, por ser éste un país surreal en el que
la intelectualidad latinoamericana de los años de 1970 gestaba y hacía teoría
al exiliarse de las dictaduras del Cono Sur y donde en esos tiempos, ser
intelectual latinoamericano y latinoamericana era resistir en universidades tan
ejemplares como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Otra
motivación que sentía era la semejanza de México con Perú en sus procesos
profundos como la reforma agraria, el movimiento indígena latinoamericano, el
neoliberalismo que captó gobiernos por muchos años, la ascensión de gobiernos
de izquierda en este último siglo y, por supuesto, ambos países cunas de
civilizaciones ancestrales como los aztecas y los incas, en México y Perú,
respectivamente.
Solo sabía que en
un futuro haría un doctorado, de ello estaba convencida y que el tema de
investigación sería entender los sistemas de justicia y seguridad en estas dos
experiencias indígenas. El tema ya estaba decidido, aún sin terminar mi
maestría. Un paso siempre en el futuro y el otro paso firme en el presente,
algo que siempre me ha caracterizado cuando me pregunto ¿qué viene después?
Pues allí está la respuesta.
Llegó febrero del
2018 y fue esa fecha donde obtuve mi grado de Magíster por la UNILA y la
decisión de regresar al Perú se fortaleció porque surgieron oportunidades
únicas que aproveché como la de trabajar a lado de los pueblos indígenas
andinos y amazónicos del Perú en el Instituto Internacional de Derecho y
Sociedad (IIDS), lugar donde conocí a la Dra. Raquel Yrigoyen Fajardo y a la
Dra. Soraya Yrigoyen Fajardo, además de conectar con varios colegas que ahora
ejercen la abogacía en defensa de los derechos humanos de pueblos indígenas y
afrodescendientes. Además de ello, continué con la docencia universitaria que
había comenzado en la UNILA, pero esta vez, en la Universidad Peruana de
Ciencias Aplicadas (UPC), universidad privada en la que hasta la actualidad soy
profesora a tiempo parcial.
Acto 2: “Desde” lo “profundo”
Durante mi vuelta
al Perú, entre 2018 hasta el 2020, fui especialista en temas sociales y
consultora en el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MMPV) del
Perú, capacitadora en temas de autogestión e incidencia en la Organización
Nacional de Mujeres Indígenas, Andinas y Amazónicas Del Perú (ONAMIAP) y
representé al Perú en marco del Programa Internacional “El Barco Mundial de la
Juventud” en Japón, Estados Unidos y México, experiencia única con 240 jóvenes,
la mitad japoneses y los demás de 13 países del mundo. Fui la primera mujer
quechua y apurimeña en cruzar en Pacífico Norte a bordo del crucero Nippon
Maru, lugar donde se llevó a cabo este único y original programa.
En plena pandemia
fui docente en la Universidad Nacional Micaela Bastidas de Apurímac (UNAMBA),
universidad pública que se localiza en mi ciudad natal de Abancay, en la región
de Apurímac en los Andes del Sur del “Perú Profundo”, como diría mi paisano,
etnólogo y antropólogo, José Maria Arguedas Altamirano, quien entendió la
complejidad de alguien que viene de lo “profundo”. Pode ser que Arguedas já vislumbrava que pessoas como eu, mulheres,
indígenas, quechuas, primeiras gerações de profissionais que vão nas
universidades e futuras primeiras doutoras, reivindicamos esse “profundo” de
onde nasce e cresce cada uma das nossas reflexões. Ser do “Peru Profundo”
enaltece que generaciones pasadas, mis ancestras y ancestros, lograron superar
el lugar de olvido histórico y la falta de oportunidades que caracterizaron a
las grandes mayorías durante muchos siglos de opresión colonialista y
discriminación para quien venía de la sierra o fuera de Lima. Esa distancia
geográfica se expandía cada vez más cuando las élites colonialistas peruanas
nunca aceptaban como iguales a los indígenas y afrodescendientes.
Es la reflexión
“desde” lo “profundo”, la cual me llevó, por diferentes circunstancias, a
retornar a mi querido Brasil el año 2021 para comenzar mis estudios doctorales
ocupando el primer lugar en el proceso arduo de selección. Esta vez, Dios, mis Apus (dioses de las montañas) y mi
familia, serían el sostén para seguir con un sueño de cuatro años y volverlo
realidad, a pesar de atravesar una pandemia de la COVID-19, la cual me mantuvo
alejada y con clases online durante los tres primeros semestres del PhD. Fue
recién en el 2022 que me reincorporé a las clases presenciales con apoyo de la
Beca de estudios que gané de la CAPES como apoyo económico para la dedicación
al doctorado. También, doy las gracias a todas las personas que conocí cuando
viví en “La Colina”, residencia universitaria de la Universidad de Brasilia
(UnB) que me abrigó durante unos meses.
Acto 3: Brasilia y Puno: lugares donde está mi paso firme
En Brasilia, mi
querida amiga-colega-mae, Andrea
Brasil, me acogió también en su linda casa donde compartimos nuestras
experiencias, preocupaciones, sentires, pensares, alegrías y sueños. A tua casa, querida amiga, fue el lugar
donde proyectos únicos se concretizaron en mi vida como mi experiencia en la
Embajada de Perú en Brasil, al reforzar mi vocación como internacionalista
sirviendo a mis compatriotas en el “país
tropical, abencoado por Deus e bonito por natureza”, lembrando o compositor
brasileiro Jorge
Ben Jor.
Otro proyecto fue
el Instituto de Interculturalidad de Puno, en Perú, el cual comenzó a ser parte
de nuestras vidas desde 2021 y está para quedarse. Siempre digo que yo tengo
dos trabajos: uno profesional que es mi vida académica y el otro trabajo de vida
que es a lado de los pueblos. Ese es mi trabajo en el Instituto. Mi especial
agradecimiento, nuevamente, al profesor José Geraldo por re-conectarme con mi
pueblo y mi patria, ya que fue él quien me presentó, oficialmente, al Juez
Superior Hernán Layme Yépez, de la región de Puno, con quien hemos compartido
muchos aprendizajes a lado de las rondas campesinas de esa región del país. De
la misma forma, con el Dr. Hernán seguimos caminando con y para los pueblos,
comemos como ellos, sentimos como ellos y en el fondo somos ellos como
quechuas, aymaras y uros.
Recuerdo con mucha
gratitud y nostalgia la primera parte de mi trabajo de campo en la región de
Puno. Me fui por un mes a aprender de las rondas campesinas, la reserva moral
del Perú, como se enaltece en el Estatuto de la Central Única Nacional de las
Rondas Campesinas del Perú- CUNARC-P. Gracias a los proyectos que tenemos con
el Instituto de Interculturalidad, a lado de profesionales puneños y
extranjeros fue posible llegar a la ciudad de Juliaca para que desde allí me
moviera hasta los diferentes territorios ronderos.
Llegué en mayo y
junio de este año, en medio de la temporada de “helada” o friaje a esta ciudad
que se ubica a 3,824 m.s.n.m. y donde respirar, para quien no está acostumbrada
a la altura, representa sus desafíos del día a día. Del mismo modo, el
aclimatarme a la temperatura de 1 o 2 grados centígrados en las noches no fue
tan duro, ya que en marzo había tenido la oportunidad de representar al Perú en
Rusia en el Festival Mundial de la Juventud, en el que se reunieron 10 mil
jóvenes rusos y 10 mil jóvenes de más de 180 países del mundo. Una experiencia
enriquecedora al otro lado del mundo donde aprendí del nuevo orden mundial y de
la cooperación internacional. A pesar de haber llegado en el fin del invierno,
las temperaturas descendían hasta los -10 grados centígrados. Siento que Rusia
me preparó para Puno.
Ya en Puno, tuve la
gran oportunidad de ser invitada como ponente para las Asambleas distritales de
las rondas campesinas en las comunidades de Samán, Ccacco y Olaechea. Conocer
de cerca a las rondas en su quehacer diario fue un privilegio, pues en cada
encuentro percibí la apertura, el gran nivel de debate político y la lectura de
la realidad nacional que supera la de algún intelectual alejado de la realidad.
Las rondas campesinas mostraron en todo momento una lucidez en su forma de
organización distrital, provincial, regional y nacional. Esos niveles hacen que
este movimiento indígena se fortalezca cada vez más, ya que la juventud rondera
empieza a tener más presencia en esos espacios, pues son ellos los que renuevan
la fuerza rondera. El clamor de justicia por los 14 fallecidos en un solo día
en Juliaca, en enero del 2023, aún es un tema pendiente en el que la impunidad
todavía reina. Estas muertes fueron causadas por la violenta represión policial
hacia la población que venía manifestándose en contra de la asunción
constitucional de Dina Boluarte y la ruptura democrática en todos los niveles
de gobierno, pues se concretaba el co-gobierno de Boluarte con el fujimorismo y
la derecha que había perdido en las elecciones del 2021. La población peruana
había elegido democráticamente, por primera vez, como presidente al profesor
rondero cajamarquino Pedro Castillo Terrones, quien tras proclamar el fallido
autogolpe de Estado, fue detenido y ahora se encuentra en la cárcel en Lima y
su familia exiliada en México. Un tema muy delicado por el que hasta la fecha
despiertan las protestas en mi país.
Más allá de la
difícil coyuntura, las rondas campesinas son quienes ejercen justicia en sus
territorios y donde la justicia es un modo de vida, pues llega a todos y todas
de una forma democrática para vivir en paz. Esto es reconocido por el Artículo
149 de la Constitución Política del Perú y los tratados internacionales como el
Convenio 169 de la OIT, la Declaración de Naciones Unidas de la ONU y la
Declaración de la Organización de Estados Americanos. La libre
autodeterminación de los pueblos es un derecho humano donde se garantiza
ejercer el derecho de manera autónoma y con respeto a los usos y costumbres en
las comunidades. Esto lo saben muy bien las rondas, pues día a día, luchan para
mantener sus instituciones indígenas, sus conocimientos ancestrales, su cultura
y sus territorios frente a las amenazas estatales de expolio, discrminación,
contaminación y muchos otros problemas que aquejan a los pueblos indígenas en
el mundo.
La conexión con la Pachamama, la Yakumama, el Tayta Inti, el
abuelito fuego, la mama Killa y los astros es intrínseca al ser y estar en
este mundo por lo que al vivir en paz, se garantiza el ansiado Sumaq Kataña, o Buen Vivir o Vivir Bien.
Caminar con las rondas me devolvió a vivir en comunidad, reciprocidad, buen
humor y amor por el prójimo. Es así que me nombraron madrina de la nueva junta
directiva de las rondas distritales en Samán, lo cual fue un gran privilegio,
ya que ahora hago parte de su Buen Vivir. Del mismo modo, recuerdo con mucho
cariño el diploma, la medalla de honor y la torre del pueblo en versión de
artesanía que me fueron obsequiados como forma de afecto y compromiso con los
pueblos. Recuerdo en mi corazón cuando el alcalde de Samán me dijo: “Doctora,
le hacemos entrega de la Torre Simbólica del distrito de Samán en esta
artesanía, la cual, lastimosamente se ha caído debido a las lluvias y el
tiempo. Esperamos contar con su ayuda para la próxima construcción de nuestra
torre en la entrada del pueblo”. Gente,
com essas palavras, me arrepiei e senti que a torre representa os sonhos
conjuntos com as rondas e os desafios para serem alcançados. Esse convite tão
íntimo reflete o amor, confiança e parceria que as rondas querem comigo. Chorar
de felicidade não era uma opção num momento tão especial. Segurei as lágrimas e
disse: Pueden contar conmigo, hermanas y hermanos. Estamos juntos en esto. Ñaupaqman (continuemos adelante).
Las entrevistas que
realicé a autoridades ronderas como al Presidente de las Rondas de Puno, José
Sacaca, al intelectual rondero, Sabino Soncco Mamami, quien acabó de publicar
su libro “Chaninchay: rondando en los pueblos por justicia, seguridad y buen
vivir”, a miembros del Instituto de Interculturalidad y al Juez-rondero, Hernán
Layme, harán parte de mi tesis de doctorado y su procesamiento está pendiente
mientras escribo esta Carta. La transcripción de cada una de las entrevistas ya
está lista, sin embargo, me pregunto: ¿cómo procesar los afectos, los
encuentros, la impotencia, el dolor, la alegría, el senti-pensar y el
co-razonar? No sé si una tesis doctoral alcance para ello, pero sí sé que la
respuesta está en el camino elegido y el pronto retorno a las comunidades. Más
detalles los contaré en mi tesis de doctorado, pues las memorias son muchísimas
y una Carta no sería suficiente. Esto solo fue un spoiler…
Acto 4: “México mágico”
Les contaba que mi
conexión con México viene de mi ancestralidad como quechua, descendiente
directa de los incas, cuna de un majestuoso imperio con grandes aportes para la
humanidad como la agricultura en productos mundialmente conocidos como las 3
mil variedades de papa, la arquitectura monumental con el uso de la piedra,
técnicas avanzadas como los andenes (sistemas de sembrío en las montañas),
medicina tradicional, avance textil, artesanías, conocimientos científicos y
astronómicos, etc. Puedo detenerme a mostrar esa grandiosidad del orgullo de
sentirme parte de una gran civilización, pero quiero tomar más tiempo para
conectarme con mi experiencia mexicana, tras mi tercera visita al país del maíz
y el ají o chile, otros elementos más que me conectan hasta en mi dieta
alimentar en los Andes.
Fue en la UNILA
donde, por primera vez, conocí a compañeros mexicanos y mexicanas, de
diferentes Estados mexicanos como Puebla, Veracruz, San Luis Potosí, Tlaxcala,
Ciudad de México, Chiapas y Jalisco. Además de las afinidades personales, mi
curiosidad despertó para que en un futuro visite los lugares hermosos de donde
mis colegas provenían. Así, el 2019 fue la primera vez que conocí México, pero
mis lecturas sobre acontecimientos como la Revolución Mexicana en 1910 y el
levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional de 1994 fueron dos
hitos de querer investigar más sobre México, además de la riqueza cultural de
los más de 68 pueblos originarios, 364 lenguas indígenas y 25 millones de
indígenas. De lo planeado en quedarme una semana y media en ese país, me acabé
quedando un mes y medio y todavía la necesidad de volver era notable.
El 2020, justo
antes de la pandemia, durante mi participación en el Barco de la Juventud
Mundial (The Ship for World Youth,
edición 32), el crucero del Nippon Maru hizo su parada oficial en el Puerto
Ensenada ubicado en el estado de Baja California en México, frontera con los
Estados Unidos. Era como si el Océano Pacífico me condujera nuevamente a ese
hermoso país, pero a través del mar y hacia una parte muy simbólica y real que
es estar “tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”, ya que en esta
potencia se encuentran más de 37 millones de inmigrantes mexicanos. Fue muy
triste ver que es allí donde comienza la frontera hecha de un muro de concreto
de alrededor de 3,145 kilómetros separando ambas naciones. Así como, recuerda
la fatídica situación de los migrantes en el mundo tratados como mano de obra
barata, personas muertas al querer atravesar la frontera y la violación a los
derechos humanos por parte de esta potencia. Incluso, con la creación de
cárceles para niños migrantes, lo cual constituye una herida abierta y un tema
muy sensible para México.
Mi tercera visita,
se realizó de octubre a noviembre de este año y solo fue posible para realizar
mi investigación de campo y conocer más sobre las rondas comunitarias o
comunales ubicadas en el estado de Michoacán, a cuatro horas en bus desde la
Ciudad de México. Agradezco muchísimo la hospitalidad que recibí por parte de
Maria Esperanza Cuevas, colega colombiana que conocí en la UNILA en Brasil y
quien muy amablemente me ofreció hospedarme en su casa en la Ciudad de México.
Fueron esos lazos universitarios y de mucha amistad lo que generó mi paso por
esa magnífica universidad brasileña al reunir a estudiantes de todos los países
de nuestra Latinoamérica y El Caribe. Si algo aprendimos en las aulas fue que
“mi casa es tu casa”, como en México se acostumbra decir y hacer. Mulheres salvam mulheres, minha querida
Maria Esperanza.
Esa primera semana
fue de encuentros y re-encuentros con tantas amistades que no veía hace muchos
años como a compañeros mexicanos del Barco de la Juventud Mundial (Natalia,
Ángel, Felicie, Daniel, Beto e Ittai); de la XIV Escuela Latinoamericana de
Estudios Avanzados sobre el Desarrollo de la CEPAL, como Carlos Barrios, con
quien participamos el 2023 en Santiago de Chile; de la Universidad de Brasilia
(como a mexicana mais brasileira, Carla,
super amiga da Colina e com quem matamos um pouquinho da nossa saudade do
Brasil); amigos mexicanos que participaron del Festival Mundial de Juventud
en Rusia (Sophia y Erick, con quienes visitamos un comedor comunitario en el
centro de Coyoacán y conocimos de cerca la ocupación de los pueblos indígenas
otomíes que luchan por el hogar como derecho humano, así como, por autonomía y
justicia hacia los pueblos indígenas de México) y por supuesto, de la UNILA, ya
que fui invitada a la boda de mi colega brasileño de la maestría Rafael Lima
quien se casó con una mexicana increíble, Arcelia. Fue un paseo en las
tradicionales trajineras en los canales de Xochimilco, al son del conocido son
jarocho, género musical mexicano del estado de Veracruz. Sentirme en casa solo
fue posible por esos afectos, reencuentros, charlas, lágrimas de alegría y toda
la “buena onda” en cada una de esas personas. Ofrecimientos como: “Shyrley,
¿por qué no te quedas en México?” o “siempre te estaremos esperando acá porque
ya sabes que nuestra casa es tu casa”. Hasta el día de hoy sigo pensando en
esas propuestas. Acho que depois do
doutorado os portais começarao se abrir…
La segunda semana
de mi estancia en este país me dirigí hacia la ciudad de Morelia, capital del
Estado de Michoacán para entrevistar al Dr. Orlando Aragón, quien trabaja a
lado de las comunidades indígenas de ese estado como académico de la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en su campus de Morelia y como
miembro del Colectivo Emancipaciones. Agradezco muchísimo al Dr. Jesús Antonio
de la Torre Rangel, referencia mexicana al debatir la crítica al derecho como
derecho insurgente o derecho que nace del pueblo, por haberme puesto en
contacto con Orlando, así como, al Dr. Hernán Layme por hacer el encuentro
posible.
Acto 5: Michoacán, alma de México
La primera noche
que llegué pude entrevistar al Dr. Orlando Aragón y al Dr. Alejandro Pérez,
ambos profesores de la UNAM-Morelia del Departamento de Antropología y miembros
del Colectivo Emancipaciones. Fue muy cálida su apertura para resolver las
dudas sobre el tema que vengo investigando, ya que una es la literatura que
puedo encontrar y otra muy diferente es ver, sentir y pensar la realidad, es
decir, “sumergirme” en el “campo”. En esas más de tres horas de entrevistas a
ambos investigadores fue posible organizarme para llegar a las comunidades
indígenas, ya que arrivé justo en la semana del Día de los Muertos, principal
fiesta mexicana donde el estado de Michoacán es conocido como “el alma de
México”, ya que es seno de esta celebración de la manera más ancestral como los
antepasados lo hacían. Una característica central fue ver toda la ciudad
cubierta de las flores de cempansúchil (flor de color naranja que solo crece en
México) y que, según los pueblos indígenas purépechas, adornan como luces las
tumbas y altares de quienes ya no están en vida y solo su alma podrá llegar a
las casas de visita si siguen el camino de las flores junto a las velas y
ofrendas. La algarabía, las caras pintadas de catrinas, los disfraces, el
tequila, el mezcal, la comida, el chile, el tradicional pan muerto en esas
fechas y el recuerdo de quienes ya partieron son expresiones de la tradición
viva en esas fechas. No hay mexicano o mexicana que no lo disfrute. Realmente,
México es mágico porque la vida y la muerte han aprendido a convivir.
Tuve la oportunidad
de contactarme, gracias a mi amigo, Juan Pablo, con la Asociación Civil Impacta
México, fundada en 2021, por Daniel, quien muy gentilmente organizó el Día de
Muertos para jóvenes de más de 15 países quienes veníamos por primera vez para
celebrar esa fecha en Michoacán, ya que la celebración suele durar toda la
noche y madrugada y se llena de mucho turistas de todas partes del mundo. Es
así que en un tour no convencional visitamos la ciudad de Capula, cuna de las
catrinas y las artesanías en el estado; Santa Fe de la Laguna, comunidad
purépecha que celebra esa fecha velando y recordando a los fallecidos del año
anterior en sus casas con grandes ofrendas de comida, velas, fotos, ropas,
flores y en especial, frutas, las cuales son puestas en inmensos altares
durante toda la noche. Toda la sala de invitados estaba llena de esos arreglos
y las puertas de las viviendas estaban abiertas a los visitantes. Gente! Nunca tinha visto na minha vida o
fervor, respeito e carinho pelos mortos e os cuidados em cada um dos detalhes
em cada altar para eles. La tercera y última parada durante la noche fue
visitar el Panteón de la Isla de la Pacanda, una de las tres islas que hacen
parte del Lago de Pátzcuaro, principal territorio de los pueblos purépechas. La
religiosidad católica y la mezcla entre la cultura local permearon esta
tradición, pero es notable ver cómo los pueblos vienen resistiendo con su
manera de velar a sus fallecidos. Así, en esta isla pude ser testigo de la fe y
las oraciones que cada uno de los deudos enaltecían al velar a sus muertos en
su lengua originaria en las tumbas adornadas con muchas flores cempasúchil,
velas, música y ofrendas en canastas típicas de la zona.
Resalto el
encuentro fortuito con Koka en la Fuente de las Tarascas en Morelia y la
hospitalidad que me brindó en su casa después de conectar como si fuésemos
amigas de toda una vida. Le agradezco muchísimo por su generosidad, confianza y
apoyo en este camino como investigadora. La semana siguiente fue donde volví a
visitar Capula, pues se estaba llevando a cabo la charla informativa sobre el
autogobierno en esta intendencia por parte del gobierno del estado de
Michoacán. El autogobierno es la concretización del derecho a la libre
autodeterminación de los pueblos indígenas mediante sus usos y costumbres
respetando sus instituciones y sus sistemas de justicia. Esto constituye un
escenario único y muy interesante en la historia de México, ya que gracias a la
experiencia de la comunidad de Cherán en el 2011, frente al abandono del Estado
y el relego histórico hacia los pueblos indígenas, esta comunidad luego de más
de siete años de lucha y fallecidos lamentablemente, logró expulsar a taladores
de madera, narcotraficantes, a las fuerzas policiales del Estado y la presencia
de partidos políticos en la elección de sus representantes porque esos actores
habían permitido el saqueo de sus recursos, la contaminación y alteración a su
forma de vida que respeta a la Madre Tierra. Frente a ese flagelo, la comunidad
se organizó autónomamente para que México los reconociera como una comunidad
autogobernada en cumplimiento del Artículo 2 de la Constitución de ese país y
los tratados a nivel internacional reconocidos. Esta experiencia exitosa
comenzó a ser replicada, con especificidades propias, en diferentes comunidades
en el estado de Michoacán y hasta el momento son 38 comunidades con
autogobierno. Fue en el evento de Capula donde el Presidente de las comunidad
de Santa Fe de la Laguna, Presidente del Consejo de Janitzio y el Presidente del
Consejo de San Ángel de Zurumucapio fueron invitados para dar su testimonio y
contar de su experiencia con el autogobierno, así como, los desafíos que ello
implica. En este evento pude conversar con las autoridades comunales al
respecto, así como, ser testigo de cómo se llevan a cabo estos procesos como la
relación entre gobierno y comunidad y viceversa. Mayores reflexiones trataré en
mi tesis doctoral, ya que la consulta en Capula no fue aprobada y me animo a
preguntarme ¿por qué no ganó el autogobierno? Penso nos achados da pesquisa, nos lugares que o universo coloca a
gente e as experiências riquíssimas que “os campos” nos proporcionam. Acredito
mais uma vez nos processos de baixo para cima que de cima para baixo. Depois de
dois dias fiquei sabendo o resultado e na história de Michoacán somente duas
vezes o autogoverno foi rejeitado, eu presenciei um deles.
Después de esta
comunidad me dirigí a Santa Fe de La Laguna para conversar con dos miembros del
Consejo Mayor, así como, agradezco la gran hospitalidad en la comunidad y por
el compañerismo en esta investigación que es tan mía como nuestra. Aún no he
transcrito la entrevista, pero recuerdo con mucho cariño cómo los comuneros me
abrieron las puertas para conocer a las kuárichas
(policías comunales), su artesanía como principal economía actualmente y la
diversidad gastronómica que una comunidad puede ofrecer. Me fui muy contenta la
saber que jóvenes mujeres purépechas vienen ocupando esos espacios y que la
reflexión entorno a ello va cobrando fuerza en las comunidades indígenas, las
cuales están preparadas para los desafíos mundiales. Estas son reflexiones
primarias, pero que pronto estarán mejor organizadas.
La tercera
comunidad que visité fue la de Cherán. Quizás la que más me impactó por el
nivel de seguridad con la que cuentan desde el ingreso a sus territorios
ancestrales llenos de bosques y vida. El Consejo Mayor asumió el cargo el
pasado mes de setiembre y fueron sus autoridades que me contaron en cuatro
entrevistas cómo se organizaron para llegar hasta acá, sus instituciones, ya
que son referencia a nivel mundial cuando se habla de autogobierno. Uno de los
integrantes del Consejo Mayor, ya había visitado a Perú y se alegraba por mi
visita desde tan lejos geográficamente, pero muy cerca culturalmente. Hasta
ahora son cinco administraciones o periodos en la gestión de Cherán las que
continúan sosteniendo el autogobierno junto con la comunidad, la cual se ve
representada plenamente y donde la política de servicio a la comunidad es la
que prima. Tuve el gran privilegio de conversar con el “Tata” Trinidad Ramírez, con quien aprendí muchísimo en cada
intercambio, así como, en más de cuatro horas de entrevista, conocí al Cherán K´eri (Gran Cherán) y los sabios que con
cariño y respeto son llamados de “Tata”,
refiriéndose al Padre o Papá. O Tata
Trini me convidou para almoçar na casa deles com a família maravilhosa e se
sentia super feliz que uma peruana quechua estivesse visitando Cherán, pois não
é comum esse tipo de convidadas. Aprendi a fazer as famosas “tortillas”
mexicanas do lado das mulheres purépechas sentindo nas minhas mãos a farinha de
milho, a ancestralidade na comida e a boa comida. É claro que a pimenta não
faltou, pois no México a minha língua começou a se acostumar com pimentas
fortes, ancestrais dos nossos povos. O Tata Trini começou a ser meu Tata
também. A despedida foi muito forte, pois acho que deixei parte do meu coração
com eles, com Cherán K`eri.
A semana com as comunidades e as viagens de um lugar para
outro, pegar ônibus de lá para cá foram muito proveitosas e a minha volta para
Morelia foi para apresentar uma palestra. Agradezco
muchísimo al Laboratorio de Antropología Jurídica y del Estado- LAJES de la
UNAM-Morelia, coordinado por el Dr. Orlando Aragón, por la gentil invitación
donde compartí parte de mis resultados preliminares de esta investigación, así
como, sentí que la devolución del trabajo intelectual y comprometido con los
pueblos ya ha comenzado. En un intercambio muy fructífero las apreciaciones de
miembros del Laboratorio y estudiantes que hacen parte contribuyeron a seguir
pensando más temas que abordaré, así como, se van estrechando lazos
académicos-afectivos entre el LAJES y el colectivo Emancipaciones desde México,
el Grupo de Investigación “El Derecho Hallado en la Calle” y la Universidad de
Brasilia desde Brasil y el Instituto de Interculturalidad de Puno en Perú. Son
tres lugares desde el Sur que venimos descolonizando y “rondando” el derecho
desde estas latitudes y palpitudes.
Ya antes de mi
regreso a la ciudad de México y posteriormente a Lima en Perú donde actualmente
vivo, fui invitada a dar una ponencia sobre derechos de pueblos indígenas y la
cuestión agraria en la Universidad de Ixtlahuaca, ubicada en el Estado de
México. Muchas gracias al colega brasileño doctorando en la Universidad
Salvador (UNIFACS), Raique Lucas de Jesus Correia, por la gentil invitación y
también por la gran receptividad por mi estancia en México. Fue el profesor
José Geraldo quien me contactó con Raique desde que supo que iría a México, ya
que él se encuentra como investigador visitante en esa universidad. Cuando
llegué a la universidad me encontré con una comunidad académica muy interesante
y receptiva. En la mesa central estuvimos Raique, el Dr. Roberto Roberto Félix,
quien es catedrático e investigador en la casa de estudios y yo. Compartir la
mesa fue un espacio muy especial, ya que la Facultad nos obsequió presentes y
diplomas luego de la ponencia. Así como, doy gracias a las preguntas y
comentarios de los estudiantes de la Facultad de Derecho. É muito importante que em países latino-americanos a pauta indígena
seja trabalhada na formação de advogados e advogadas comprometidos com os
direitos humanos, já que a compreensão do direito de maneira crítica
possibilita uma ampla leitura da realidade e do contexto atual. Como parte da
minha despedida no México tive a oportunidade de compartilhar um almoço
brasileiro preparado pelos meus amigos Raique e Leticia na casa deles em
Ixtlahuaca. Foi uma tarde muito divertida que ajudou a matar um pouco das
saudades que tenho do Brasil, só que no México mágico entre migrantes.
Mi último día en la
Ciudad de México lo pasé en un Foro en UNAM sobre racismo y discrminación ese
país y por la conmemoración de los diez años del levante del EZLN. Escuché a intelectuales
comprometidos como Juan Villoro, Maria Teresa Sierra y quienes vienen teorizando y acompañando al
movimiento indígena latinoamericano. Agradezco mucho la invitación a mi colega
doctorando en el Instituto Politécnico Nacional, Alejandro Tapia, por la gentil
invitación y por mostrarme más sobre los debates actuales en torno a mi tema de
investigación.
Acto 6: A despedida
da doutora
Así se pasó un mes
en México, con actividades intensas y con una programación que cada día se iba
nutriendo de experiencias inolvidables en el camino hacia la tesis doctoral. Si
algo que he aprendido en estos casi cuatro años es que el título de Doctora ya
lo tengo, pues fueron los propios ronderos en Perú quienes me lo pusieron.
“Doctora Shyrley Tatiana”, me llaman, a pesar de no serlo todavía. Esto como un
símbolo de respeto y que con mucho agradecimiento lo acepto. Creo que esa es la
gran victoria hasta ahora, el resto, como entre risas lo digo “es un trámite
burocrático” porque el título ya está ganado: desde los pueblos. Faltan cinco
meses y medio para terminar este capítulo académico de mi vida y,
probablemente, en ese tiempo, ya no escriba más Cartas porque tengo que
concentrarme en la escritura académica que de todas maneras será
“senti-pensante” y “co-razonante”. No hay camino de regreso.
Espero que con
estas líneas se hayan emocionado desde sus sonqokuna
(corazones) y gracias a cada uno de ustedes por llegar hasta acá conmigo.
Seguiremos a lado de los pueblos haciendo historia al andar porque precisamos caminhar para achar o direito. Até em breve! Obrigada querido Amauta José
Geraldo por me inspirar!
Ciudad de
Morelia y Ciudad de México- México.
Noviembre
de 2024.
[1] Doctoranda quechua-peruana en Derechos
Humanos Humanos y Ciudadanía en la Universidad de Brasilia, Brasil. Docente en
la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC) en Lima, Perú.